¿Qué es lo nuevo?
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Si crees que no estás viviendo el alcance de tus sueños, que tu vida no es lo que esperabas e incluso te sientes decepcionado por no cumplir con tus expectativas, mira este mensaje en el cual Jesús te dice: "Sígueme".


¿Necesitamos ser como Frank Underwood? ¿Hogares como el de él y su esposa Claire? ¿Tener esposas como ella? ¿Amigos leales como Doug? ¿Propósitos y metas como los suyos? ¿Poseer su determinación y empeño en alcanzarlos? Muchos a estas preguntas responderían si, algunos lo pensarían un poco porque ven las implicaciones morales pero terminarían aceptándolo y otros, categóricamente lo rechazarían. Lo cierto es que esta afamada serie de Netflix no solo representa una forma de ver la realidad sino que para muchos es un claro reflejo de cómo es o debería ser la vida. Muchos quisieran imitar a Frank Underwood, seguir su pragmatismo, seguridad, determinación, proyección y astucia para alcanzar sus metas. Lo importante es obtener lo que se quiere, llegar a donde se desea, ser como uno cree que debe ser. No importa el precio, ni a quienes se afecta en el camino. El fin justifica los medios.


Esta sociedad pregona que debemos ser exitosos y que éste se define por el alcance de tu sueños, sueños que están influenciados por la misma sociedad, la cultura y los medios. Una sociedad que afirma que si no vives tus sueños es porque sencillamente no tienes la inteligencia, determinación y esfuerzo suficiente. Que tú eres el límite y la razón de tu condición. Si quieres alcanzar algo, simplemente lánzate a tenerlo. Pon todo tu empeño, esfuérzate, dedícate con esmero, sé astuto, hábil, valiente y en algunos casos si hay que sacrificar algo por tus metas, hazlo. Un peón muerto no significa nada en comparación con la victoria sobre el rey. Es la sociedad del más fuerte, del que evoluciona, del que se adapta a las circunstancias y saca el mejor provecho de ellas. Es la sociedad gobernada por los Underwood, por los que están debajo del madero.


Pero, y qué cuando a pesar de tu determinación, esfuerzo y sacrificio no logras lo que sueñas. Cuando por una eventualidad de la vida sufres de una enfermedad, accidente o quiebra y todo por lo que tanto habías trabajado simplemente se derrumba. ¿Eres simplemente la presa del que ahora es el cazador? Lo que la sociedad no nos dice es que el infortunio, el fracaso, la destrucción es una realidad. Que por mucho que tu quieras que algo no pase, puede pasar y posiblemente pasará. Que no solo es tu determinación lo que permite que sucedan las cosas. Hay algo más.

La sabiduría proverbial lo afirma de una manera sencilla y hermosa: "El hombre propone y Dios dispone" (Prov 16:1). Si, quien define finalmente dónde estarás y qué tendrás o serás es el creador de todo. ¿Por qué a unos sí y a otros no? No lo sé. Su sabiduría y soberanía no solo son insondables, sino difíciles de entender y aceptar muchas veces. Pero sin lugar a dudas son la mejor opción. ¿Le dejaríamos el cuidado de nuestra casa y todo cuanto en ella hay a alguien que ha demostrado que no solo tiene la capacidad de sacar todo de ella, venderlo y gastarlo para sus propios deseos, importándole solo su satisfacción personal? No, claro que no. Dios ha demostrado que aunque sus decisiones no son muy lógicas para nosotros, su actuar es indiscutiblemente diferente. Él prefirió renunciar a todo cuanto tenía, a su divinidad y someterse a la limitaciones físicas, económicas, sociales para darle libertad a los cautivos, consuelo a los desamparados, sanidad a los enfermos. Renunció al poder supremo para someterse al limitado e injusto poder de los hombres. Lo entregó todo para terminar sobre un madero. Todo para que los débiles, los menospreciados, los que no tienen posibilidades puedan tenerlas en él, para él y con él. Este mundo tal vez sea un castillo de naipes (House of cards) pero existe un verdadero reino en donde reina la justicia, la verdad y la vida. Uno que es gobernado no por quien prefirió estar sobre el madero antes que imponerse con sus habilidades y talentos. ¡Dios permita que más imitadores de Jesús existan antes que de personajes como Frank Undewood! Más de quienes están dispuestos a negarse a sus sueños, por los de otros. Dispuestos a caminar con sus dolorosas cruces y para quienes lo más importante sea seguir e imitar a quien lo dio todo por amor sobre el madero.








Introducción

En el intermedio del espectáculo mediático de las elecciones presidenciales del 2014, caracterizado por noticias absurdas de candidatos sedientos de notoriedad y carentes de propuestas claras; los medios de comunicación reportan el trágico asesinato de Marco Tulio Sevillano, “El Calidoso”, un lamentable suceso que lejos de ser una simple cortina de humo es sin lugar a dudas una muestra más de la incoherencia del cristianismo colombiano.

Según los medios de comunicación en la noche del 2 de mayo un grupo de Neonazis[1] rociaron con gasolina a ‘El Calidoso’ y después le prendieron fuego mientras dormía en su tugurio construido debajo del puente que permite llegar por la carrera séptima a la Universidad Pontificia Javeriana de Bogotá. Las heridas sufridas y la infección posterior de las mismas terminaron tres días más tarde con su vida en el hospital de la misma institución. El crimen generó un inexplicable movimiento de solidaridad que terminó con una manifestación pública con letreros escritos con frases como “Sin Olvido” y “Justicia para el Calidoso” en los alrededores de la universidad con cientos de universitarios y de personas que viven en la indigencia, quienes exigían respeto por la vida, tolerancia por las condiciones de indigencia y un entierro digno para el cuerpo sin vida de “El Calidoso”, el cual hubiese terminado en una fosa común de no ser por aquella expresión pública. Las redes sociales se llenaron de mensajes e imágenes retocadas y aquel que hasta hace unos días luchaba con el hambre, el frío y la higiene, ahora aparecía en un aviso como si fuera un cantante de música reggae en las páginas de internet más importantes del mundo. Muchos se unieron al dolor, a la tragedia y con reacciones de indignación manifestaron los profundos sentimientos para quien hasta ese fatídico suceso no era más que otro indigente que despertaba desconfianza y temor. “La Universidad Javeriana, con el fin de conservar su memoria y hacerle una despedida digna de un gran hombre, le ofreció velar su cuerpo en Jardines de Paz, [uno de los centros de velación más prestigiosos de la capital] …, para que los estudiantes puedan asistir masivamente a un último homenaje” redactó el periódico de mayor circulación del país (“‘Calidoso’ murió por el colapso de sus órganos tras ser quemado,” 2014).

Dos semanas después todo ha pasado. Los estudiantes de la universidad que se presenta así misma como católica y “cuyos objetivos son servir a la comunidad humana, en especial a la colombiana, procurando instaurar una sociedad más civilizada, más culta y más justa, inspirada por los valores del Evangelio” (PUJ, n.d.) enjuagarán sus lágrimas y lamentos con pañuelos de marca, se animarán comiendo en los lugares más caros de la ciudad y se desahogarán escribiendo mensajes triviales a través de las redes sociales usando sus aparatos electrónicos cuyo costo incluso llega a tres salarios mínimos mensuales de una familia promedio. Si, este lamentable suceso es trágicamente irónico. Después de vivir durante varios años en la más paupérrima condición “el Calidoso” muere quemado vivo enfrente a una comunidad académica cristiana que durante años fue indiferente a su tragedia diaria, pero ahora sale a las calles a gritar que él era “el Calidoso”, un buen hombre, alguien respetable y que merecía una mejor vida, un mejor final. Siempre lo ignoró. Siempre le temió e hizo todo lo posible por mantenerlo al margen de su vida comunitaria “inspirada por los valores del Evangelio” y poder así proteger sus propiedades e intereses. No hubo un programa de rehabilitación, tampoco de sustento o beneficencia, algo que demostrara la “transformación constructiva de la sociedad” que pregonan y que solo es asequible para quienes pagan sus costosos semestres de educación. Pero cuando lo espantoso ocurre y sobrepasa la crueldad diaria que soportan quienes viven bajo el abrigo de un cartón, un puente maloliente y con las sobras de alimento encontradas en la basura; sale con caras de frustración, indignación pasajera, pancartas y voces a pedir lo que nunca hizo: Dar a los más necesitados. Una vez pasado el show, con gran facilidad y empeño, continúan ignorando lo que su carteles abandonados dicen: “Sin Olvido”.
De esto trata la perícopa de Mateo 19:16-30, de lo incoherente que resulta afirmar que estamos viviendo “inspirados por los valores del Evangelio”, cumpliendo los mandatos de Dios pero no somos capaces de despojarnos de nuestras propiedades para solucionar la crisis del pobre y desamparado. De lo absurdo que es pregonar que amamos al prójimo cuando en realidad nunca hicimos nada por mejorar su situación. De la profunda, directa y confrontante demanda que hace Jesús a que nos despojemos, a que demos y a que sigamos su ejemplo de darlo todo por aquellos pobres que en su miseria humana tiene un trágico desenlace. Solo así, amando realmente, proveyendo generosamente y reconociendo nuestra imposibilidad, que es contrarrestada con la posibilidad divina, es que podremos realmente heredar la vida eterna.


Un contexto que genera el pretexto

Cuando Mateo escribe su versión de la vida, obra, muerte y resurrección de Jesús, la comunidad para la cual está escribiendo atraviesa las primeras consecuencias de la persecución romana. Aunque existen dudas en cuanto a la autoría y datación del evangelio de Mateo, algunos eruditos consideran que se escribió en la década de los 60 a.C. (Hendriksen, 2003, p.82.). Para otros, los datos internos del evangelio y las referencias externas del mismo, ubican su redacción en el centro de una serie de acciones imperiales que comienzan con la expulsión de los judíos de Roma en el año 51 y la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70. Por otra parte, según Carson (2008) “Cuando se escribió este Evangelio, la tensión entre los judíos y los cristianos era evidente. Pensando en esas tensiones, se cree que la fecha más probable sería justo antes ó justo después del Concilio de Jamnia (alrededor del año 85)” (p.101). Cualquiera de las posturas enmarcan un tiempo en el cual la comunidad cristiana pasó de ser mayoritariamente judía a gentil, de contar con diferencias imperceptibles al judaísmo de la época a un distanciamiento infranqueable que al final socavó por casi dos milenios la idea de unidad y continuidad de las promesas verotestamentarias en el nuevo pacto, concepto que Mateo quiso defender al presentar al mesías prometido que cumple con la Ley y los profetas.


Otro elemento importante, es el hecho de que en los primeros años del cristianismo los seguidores de Jesús eran vistos como una secta judía cuyas disputas con los judíos no eran otra cosa para Roma que una discusión entre creencias provinciales que solo importaban si llegaban a afectar la “Pax Romana” (González, 1994, p.49). Pero lejos de reconciliarse, estas dos corrientes teológicas estaban destinadas, más por la cualidad propia de los involucrados que por la Providencia, a alejarse la una de la otra. La razón era la concepción creciente entre los judíos[2] de que era necesario cumplir la Ley cabalmente para que el juicio de Dios no fuera sobre Israel sino sobre las naciones paganas (Roma en este caso), y así poder vivir la restauración de la nación israelita como gobernante del mundo conocido (Wright, 1997, p.32). Esta creencia contrastaba diametralmente con el postulado de un nuevo Israel donde “Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos son uno solo en Cristo Jesús” (Ga. 3:28). Para un gran número de judíos, y especialmente los más radicales y violentos, tales afirmaciones eran sencillamente un atentado contra la unidad nacional, una forma de ofender a Dios e impedir la restauración plena de Israel (Wright, 1997, p.41). Es por esto que judíos devotos, comprometidos con la Ley y deseosos de una vivencia en el Pacto persiguen y matan a sus compatriotas. “Se trata de una comunidad judeocristiana, rodeada y confrontada por un judaísmo legalista y cerrado” (Carro, Poe, & Zorzoli, 1993, p.18) a la cual Mateo escribe su evangelio.

Pero la actitud judía movida por el celo y devoción a la Escrituras pasó las barreras políticas y se complementó con la oposición creciente ante un imperio que era visto como un profanador de sagrados elementos nacionales. Mientras un grupo de judíos perseguían cristianos por el imperio, otros dentro del territorio de Judea y de Jerusalén atacaban violentamente las instituciones del imperio. Sin embargo, para las autoridades romanas todos eran los mismos: judíos revoltosos que por un lado profesan un solo Dios y por el otro, un solo Rey y Señor, aunque ambos sin saberlo estén hablando del mismo. Esta confusión llevó a los mismos cristianos al deseo de distanciarse de los judíos. Aunque inicialmente sin mucho éxito[3], la agenda de los años previos a la destrucción de Jerusalén por parte de los cristianos era demostrar que eran diferentes. (González, 1994, p.50).

Paralelo a este problema y como consecuencia del mismo surge el conflicto económico que permea la vida de los creyentes del primer siglo. Los cristianos, sean de origen judío o gentil, deben enfrentar la mala reputación que conlleva ser vinculado con grupos subversivos al imperio y el desconocimiento generalizado de sus actividades, ritos y creencias. Se les atribuyen aberrantes comportamientos, paganas creencias y vergonzosos hábitos fruto de su nueva fe ¿Quién querría hacer negocios con una persona así?¿A quién le gustaría tener como siervo a uno que profesa creer en un delincuente crucificado y para colmo afirma que resucitó para ser el Señor de toda la tierra? Si la vida romana estaba caracterizada por las relaciones personales, el prestigio y las posibilidades de hacer y vivir del comercio (Dana, 1977) p.152 , ahora los cristianos no tenían esa opción. Esto, sumado a los sitios de las ciudades, la militarización de las vías comerciales, el control sobre los recursos para evitar el aprovisionamiento de los judíos subversivos, que imposibilita el cultivar y cosechar adecuadamente sus tierras; generó una crisis económica para el cristiano promedio que ahora debe con el estomago vacío soportar el vituperio imperial por su fe. Sin embargo, es justo decir que no todos tienen esa condición. Es posible, fruto tal vez de llegar a la fe cristiana con los privilegios propios de la ciudadanía romana, que algunos cristianos cuenten con negocios lucrativos, posiciones sociales predominantes y una trayectoria comercial (cf. Hch 10, 16:11-15) que les permite afrontar la crisis de manera diferente a la mayoría de sus hermanos en Cristo.

Este es el contexto que genera el pretexto para que Mateo escriba su evangelio para decirle a su comunidad de creyentes, azotada por las consecuencias de ser comparada con el recalcitrante judaísmo, acusada por los romanos de paganas prácticas y afectada por las consecuencias económicas colaterales de este suceso social y político; que Jesús es el salvador, el verdadero maestro y el rey que tiene la soberanía y control de todo cuanto está sucediendo (Carro et al., 1993, p.18.) Mateo escribe para motivar a su audiencia a no cometer el mismo error de los judíos, no creer en Jesús, y para que sus vidas sean una clara evidencia de poner en práctica la Ley que Jesús vino a cumplir, en donde claramente demanda, como en el caso de la perícopa de estudio, “amar al prójimo”. Solo así se es realmente un heredero de las promesas verotestamentaria, de la recompensa futura, de la vida eterna.

La coherencia para la herencia eterna en la narración del joven rico

La perícopa de Mt. 19:16-30 está enmarcada entre lo sucedido en Galilea y la consumación definitiva del ministerio de Jesús en Jerusalén. El autor, influenciado por sus “consideraciones doctrinales y teológicas, que lo hace más cuidadoso con lo que escribe” (Barclay, 1995, p.3), ubica la historia como parte del comienzo del ministerio en Judea (Mt. 19:1), manteniendo sutilmente, pero con un sentido creciente, el conflicto acosador de los líderes religiosos judíos hacia la persona y enseñanzas de Jesús (Mt. 19:3), quien es presentado por Mateo como un maestro autoritativo de cualidades excepcionales. Mateo tiene el interés de dejar arraigado en el lector la idea contundente de que Jesús es el Mesías por méritos hereditarios (Mt. 1:1-17), prodigiosos (Mt 14:33) y autoritativos en su forma de enseñar la Ley, algo que lo distancia totalmente de los maestros de la época (Mt. 7:29). Mateo, acorde a su contexto, quiere crear una separación entre los que creen y siguen a Jesús y los “hipócritas” líderes judíos que no obedecían realmente la Ley ni “quisieron reconocer a Jesús durante su ministerio“(Carson & Moo, 2008, p.83) como el verdadero maestro, aunque existiera toda la evidencia para hacerlo.
Uno de esos recursos literarios que utiliza Mateo para cumplir con su propósito es la narración del acaudalado hombre que se acerca a Jesús para preguntarle sobre la vida eterna. Es interesante observar que en la línea de narración del evangelio, y en especial en el capítulo de estudio, Mateo comienza con afirmaciones sobre el matrimonio (vv. 1-12), continúa con niños como herederos del reino (vv. 13-15) posteriormente habla de un joven que no quiso despojarse para heredar (vv. 19:16-24) y termina finalmente con hombres que lo dejaron todo por seguir a Jesús y que recibirán su recompensa (vv. 25-30). Sin duda, como lo afirma Hendriksen (2003) “los puntos de vista de Cristo sobre el matrimonio, los niños y las posesiones materiales se siguen en una secuencia que tiene el mérito de ser muy lógica” (p.538) y que a la luz de Mateo tiene el propósito claro de presentar un discurso articulado, cohesionado y coherente.

Esta historia, narrada también por Marcos y Lucas, es más conocida como la del “Joven rico”, un título que nace de la afirmación contundente de Mateo de que el hombre que interpela a Jesús es de corta edad (v.20). Sin embargo, Marcos no lo identifica de esa manera y Lucas dice claramente que era un dirigente (Lc. 18:18). Los tres coinciden en que era rico y que conocía y practicaba los mandamientos desde temprana edad, sin embargo, Mateo hace sutiles cambios para construir un relato de acuerdo a sus fines comunicativos y sobre todo, misionales. Lo que resalta aún más en el relato de Mateo del joven rico es que su narración tiene un esquema quinario (Marguerat & Bourquin, 2000, p.72 ) en la cual se presenta una situación inicial (vv. 16-20), un nudo (vv.21-22), una acción transformadora (vv.23-24), un desenlace (vv. 25-29) y una situación final (vv.30). Este recurso le permite a Mateo contar una historia de manera sencilla, completa, clara y sobre todo, fácil de memorizar, un elemento fundamental en una época en la cual la trasmisión oral era la base del discipulado cristiano y la reimpresión una empresa altamente costosa.

Sin embargo, aunque el esquema en el desarrollo del relato es básico, Mateo agrega un admirable contraste que le permite crear un engaste o “sándwich” en donde el nudo y la acción transformadora realza para aumentar la significación y finalidad del relato (Marguerat & Bourquin, 2000, p.87). Por un lado tenemos a un hombre rico inquieto y dispuesto a hacer lo que sea por la vida eterna y por el otro, a hombres que han hecho de todo, incluso hacerse pobres, pero que también están intrigados por su herencia eterna. En el centro, está la demanda para heredar esa vida eterna. De esta manera, la orden de cumplir con los mandamientos, en especial el amar al prójimo, tiene una relevancia particular en la narración y está enmarcada por diferentes percepciones y acciones para su obtención.

Querer no siempre es poder.

Un adagio popular alude a que lo realmente necesario para que algo se logre (se pueda), es querer hacerlo. “Querer es poder”. En el primer componente de este “sándwich” mateano encontramos a un joven que tiene un profundo querer por obtener lo que para él hasta ese momento es posible alcanzar: la vida eterna. Su primera acción para lograr su propósito es investigar “¿qué de bueno tiene que hacer para obtener la vida eterna?” (v. 16b) y para responder a su pregunta era necesario preguntarle a alguien con autoridad teológica. Lo extraño es que elige a Jesús para preguntarle. Para nosotros no existiría razón alguna para dudar de que Él tiene y es la respuesta. Al fin y al cabo para nosotros Él es la vida. Pero para un judío rico del primer siglo preguntarle a un andariego taumaturgo de Galilea que no tiene dónde recostar su cabeza (Mt. 8:20) sería sencillamente absurdo, al fin de cuentas “¿De Galilea puede salir algo bueno?”. Es por esto que el sencillo título de maestro, con el cual el joven rico comienza su inquietud, no debe ser tomado a la ligera en el relato mateano, ya que con él se denota un grado de credibilidad e importancia atribuida a Jesús por parte de quien lo interpele y del cual Mateo quiere sacar el mayor provecho. Dana (1977) afirma que en la época de Jesús “El rabí [maestro] estaba presente en todas las ocasiones, era guía en los más pequeños detalles de la vida, fuente de luz en cada problema, el último recurso en toda discusión. Por tanto, su situación en el interés y la reverencia del pueblo era sin igual” (p88), y Mateo, cuyo objetivo es, como lo mencioné antes, demostrar que Jesús es el maestro por excelencia no escatima ocasión para presentarlo de esta manera (Schmid, 1973, p.23).

Mateo no nos dice de dónde provenía el joven rico, ni a qué se dedicaba. Su relato comienza colocándolo en escena como un hombre sin nombre, sin cargo, sin relación alguna con su contexto. Llega de repente, dando la sensación de irrumpir abruptamente en la secuencia de los sucesos del camino a Jerusalén. El evangelista omite directamente el correr y postrar inicial del hombre que describe Marcos (Mc. 10:17) o la posición social que le atribuye Lucas (Lc 18:18). Mateo quiere demostrar que él no es el protagonista de la historia, sino que es un personaje redondo con algunas atribuciones y cualidades particulares (Marguerat & Bourquin, 2000, p.100) que está siendo la excusa para que el verdadero protagonista brille: Jesús. Es un joven cualquiera que como muchos aristócratas de su época, quiere ser educado por los maestros más reconocidos del momento y así garantizar un futuro prometedor (Keener, 2003, p. 92.) Su pregunta de “qué bueno tiene que hacer para obtener la vida eterna” lejos de presentarlo como una persona reflexiva y trascendental, es una evidencia de su presunción y autosuficiencia. Tampoco es correcto, como lo hace Bartley (1993), atribuirle cualidades de premura, oportunidad y humillación ante Jesús, relacionando las descripciones hechas sobre él en Marcos (p.171), ya que ello contradiría el interés mateano con el personaje.

El evangelista no escatima en colocar en ridículo al hombre quien tajantemente recibe una respuesta de Jesús que evidencia de plano lo absurdo de su interrogante:

—¿Por qué me preguntas sobre lo que es bueno? —respondió Jesús—. Solamente hay uno que es bueno. Si quieres entrar en la vida, obedece los mandamientos. (Mat. 19:17)

Para cualquier judío de la época solo existe uno que es Bueno porque hace lo bueno: Dios. La pregunta dentro de Mateo implica que el joven, ingenuo o pretencioso, quiere definirse así mismo como alguien que hace el bien, y eso, desde el contexto judío es una evidente muestra de arrogancia. Mateo cuidadosamente redacta su versión del suceso y elimina el adjetivo de bueno en la pregunta inicial del joven, algo que Marcos usa (Mc 10:17). Este recurso mateano, ligado a la respuesta de Jesús, busca evitar la posible confusión sobre la divinidad de Jesús (Carro et al., 1993, p.172), la cual podría ponerse en duda si se tomara literalmente la afirmación descrita por Marcos: “respondió Jesús—Nadie es bueno sino sólo Dios” (Mc 10:17). Pero Jesús no solamente le recuerda una concepción divina, sino que también le reafirma lo que él ya debía saber: Para entrar en la vida eterna es necesario obedecer los mandamientos. Una vez más Mateo presenta a predominantes hombres judíos como personas que no conocen realmente ni obedecen las Escrituras.
Pero el joven quería algo más específico. Tal vez estaba considerando que los mandamientos para él eran demasiado ambiguos y era necesario por tanto algo con más detalle, algo como la enseñanza de los fariseos, concreta, directa, puntual. “ —¿Cuáles? —preguntó el hombre.” (v.18a) Es importante resaltar que hasta aquí Mateo sigue presentando como a alguien totalmente común a quien está hablando con Jesús. La respuesta del maestro comienza a elevar el tono de la conversación y a preparar el nudo de la historia.

“Contestó Jesús:

—“No mates, no cometas adulterio, no robes, no presentes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre”, y “ama a tu prójimo como a ti mismo” (vv. 18-19)

La respuesta de Jesús evidencia que Él está comprendiendo el alcance del interrogante de la pregunta. Aunque para algunos, como Earnhardt (2007) la respuesta de Jesús es una demostración de su capacidad retórica y comunicativa (p. 17), no considero que ese fuese el objetivo de Mateo. El evangelista quiere demostrar que la actitud farisaica de reinterpretar, de buscar normas en vez de principios (Mat. 15:5), era generalizada en la población y que cualquiera podría sin saberlo están inmerso en ella y por tanto invalidando la Ley misma. Aquellos que se consideraban cumplidores de la Ley negaban la veracidad de la misma y al buscar cumplir solo apartes de ella se alejaban totalmente de su Autor. Es por ello que “No era necesario que Jesús incluyese los mandamientos acerca del deber del hombre hacia Dios, porque si se deja de observar la segunda tabla implícitamente se deja de observar la primera” (Hendriksen, 2003, p.540)
Por otra parte, aunque los tres evangelistas describen la respuesta de Jesús al joven rico con un listado de mandamientos, a diferencia de Lucas, Mateo realiza un cambio en la conjugación verbal para escribir las prohibiciones en futuro con modo indicativo, lo que le permite presentar las ordenanzas con mayor solemnidad, universalidad y sin referencia de tiempo a diferencia de Marcos y Lucas que las presentan en aoristo con modo subjuntivo (Wallace, 2011. p.573). Con este cambio, Mateo tiene el deseo de enfatizar que la ley es vigente aún en el nuevo pacto y que las promesas al pueblo de Israel no se terminan con Cristo sino que por el contrario continúan con la vivencia propia de la Ley.

El climax como personaje del hombre rico llega con la afirmación de éste de que “Todos ésos los he cumplido” (v. 20) Es en este momento cuando Mateo caracteriza al hombre que ha estado hablando con Jesús como joven. En Marcos y Lucas el hombre afirma que ha cumplido con los mandamientos desde su juventud, lo que denotaría años de experiencia en el cumplimiento de la Ley. En cambio, Mateo, con su cualificación resalta la ingenuidad del declarante quien alardea de haberlos cumplido todos y lo presenta como alguien a quien le falta medir el calibre de sus afirmaciones. Mateo, sabe que afirmar que los cumple “desde joven” era una percepción común debido a que “La formación en la ley era esencial en la educación de los niños judíos” (Dana, 1977) p.108, es por ello que agrega un elemento esencial del discurso de Jesús:

—Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme. Mat. 19:21

Jesús ya había resaltado que la vida del creyente debía reflejar la perfección misma de Dios (Mat. 5:48), la cual es motivo y sustento para acciones de justicia y verdad. Así que más que un imposible, lo que Jesús le está diciendo al joven rico es que sea coherente con lo que está afirmando. Lo pone de cara a su afirmación de cumplirlos todos y le evidencia que la dimensión de sus palabras no se refleja en la sus acciones.

Finalmente, Mateo saca de escena al joven con la misma tristeza y justificación narrada por Marcos y Lucas: porque eran muchas sus riquezas. Siempre se ha determinado que su apego a las riquezas era tan grande como lo eran sus riquezas y por tanto le fue imposible cumplir lo que demandó Jesús (Grilli & Langner, 2011). Sin embargo, considero que más allá del desprenderse y entregarlo todo, la tristeza de éste es fruto de evidenciar su incoherencia y pretensiosa empresa. Es una tristeza que nace de la confrontación, no del apego. Es la imposibilidad a cumplir la Ley que él ha afirmado vehementemente cumplir siempre lo que lo lleva a su estado de tristeza.

El querer hacer no bastó para que pudiera hacer y obtener lo que deseaba. No identificó el alcance de sus afirmaciones ni tampoco contemplaba las implicaciones de ellas. Podía sacar carteles anunciando que amaba al prójimo, que lo cumplía todo, pero ante una demanda de desprendimiento, de generosidad, solidaridad y sobre todo, amor por el prójimo, sencillamente tuvo que reconocer su incapacidad e irse con la profunda tristeza de no poder cumplir con lo que había preguntado: ¿qué cosa buena tengo que hacer para obtener la vida eterna?

La otra tajada del sándwich.

Mateo magistralmente a construido un personaje con el cual quiere representar a los líderes religiosos de su época. La incoherencia, la disonancia entre sus declaraciones y acciones y sobre todo, su imposibilidad de cumplir cabalmente con la Ley por causa de sus intereses particulares, los desacredita. Ahora, Mateo contrasta a su primer personaje con los discípulos de Jesús.

La narración permite entender que ellos son testigos de la conversación previa entre el joven rico y Jesús. Posiblemente debió ser impactante que un hombre rico consultara sobre cómo obtener la vida eterna, al fin de cuentas, en el colectivo estaba la idea de que el favor de Dios era evidenciable en tres aspectos: “buena salud, muchos hijos y riquezas” (Carro et al., 1993, p.172). Pero la reacción del supuesto hombre bendecido por Dios y la ratificación de Jesús de que los tales difícilmente heredan la vida eterna, inquieta a los discípulos. ¿Quién podrá salvarse?” (v. 25) exclaman con angustia en medio del calificativo de desconcertados con el cual Mateo los describe. En su mente posiblemente retumbaba la idea de que “Si no lo hacen aquellos que fueron bendecidos por Dios, entonces ¿Quién podrá salvarse?” Jesús responde a su inquietud ratificándoles que lo que es “imposible para los hombres, es posible para Dios”. Sin embargo, esta respuesta lejos de aplacar sus temores, los aumenta. Al igual que el joven rico, los discípulos quieren algo más concreto y por ello, su vocero, al menos desde la perspectiva de Mateo, Pedro, toma la palabra:


—¡Mira, nosotros lo hemos dejado todo por seguirte! —le reclamó Pedro—. ¿Y qué ganamos con eso? (Mt. 19:27)

Mateo construye el contraste bajo el aspecto de la renuncia. Por un lado está uno que teniéndolo todo no pudo renunciar a sus posesiones para caminar al lado del Maestro y por el otro lado están aquellos que lo han dejado todo por seguirle. Aunque no todos los discípulos eran de origen humilde, todos ahora comparten una misma condición: No tienen nada por seguir a Jesús. Esta afirmación tiene realce particular si se tiene en cuenta que ha transcurrido gran parte de la narración mateana. Ya han caminado por todo Galilea, van rumbo a Jerusalén y aunque han existido milagros de provisión y enseñanzas de contentamiento en medio de la crisis, la exclamación de Pedro evidencian que desde su perspectiva tienen preocupación por su futuro. A diferencia de la respuesta al Joven rico, Jesús les confirma que lo hecho por ellos al seguirle determinará la recompensa que les espera, la cual supera por creces sus renuncias y entregas.

Uno de los recursos mateanos utilizados dentro de la narración es utilizar diferentes verbos para hablar de la obtención (sxw~), la entrada (ei0j), y la herencia (klhronomh&sei) de la vida eterna. Por una parte, relaciona que se obtiene y entrada en la vida eterna cuando tiene está de por medio obras para tal fin (cf. vv. 16 y 23), pero con los discípulos habla de herencia. Para Louw & Nida (1989)[4] este verbo significa "recibir algo de valor considerable que no se ha ganado"(Mt. 5:5). También estos autores afirman que puede significar "ganar una invaluable posesión la cuál ha sido recibida" (Hc 7:5). Un tercer significado está relacionado con el hecho de "recibir una posesión o el beneficio como un regalo” (Sg. 2:5). “La herencia se refiere a algo que le ha tocado en suerte a alguien, como hacia adelante, en cuanto que el uso de la palabra subraya formalmente la solidez de una promesa que tiene efectos jurídicos.” (Coenen, Beyreuther, & Bietenhard, 1990, p.261) De esta manera, Mateo deja en claro que la vida eterna en el discípulo es algo más allá de obtener o entrar en ella, es una asunto de una inmensa herencia la cual no se ha merecido, pero que es recibida como un regalo sin mérito alguno por parte de quien la recibe.

Es interesante también observar que Mateo ubica en un momento escatológico para la resolución de esta herencia y para ello utiliza «renovación» (paliggenesi/a|), un término solamente usado en esta oportunidad y en Tito (3:5), aunque en este último no hace referencia a un período o momento sino a un estado o condición en el creyente. “Este término lleva la expresión de una teoría conocida también por el judaísmo, sobre todo en la literatura apocalíptica, a partir del AT, la teoría de que el eón futuro, el mundo nuevo, supondrá una renovación del orden primero del mundo destruido por el pecado y los poderes demoníacos” (Schmid, 1973, p.205) Sin embargo, a la luz de Hechos 7:56 la condición temporal puesta por Jesús “cuando el Hijo del hombre se siente en su trono glorioso” ya se cumplió, así pues que tal tiempo de renovación comenzó cuando Jesús ascendió al cielo ¿Cómo entonces la sentencia de que los discípulos se “sentarán doce tronos para gobernar a las doce tribus de Israel” se cumplió? Creo que en el hecho de que la iglesia, el nuevo Israel, se debe regir por la enseñanza de los apóstoles allí se da el cumplimiento de esta promesa. Las enseñanzas de simples pescadores de origen galileo ahora son el parámetro que rige a una organización de carácter mundial.

Finalmente, el contraste mateano tiene otro elemento fundamental, determinado por la expresión “Pero muchos de los primeros serán últimos, y muchos de los últimos serán primeros” (v. 30). Con ella, Mateo nos lleva nuevamente a mirar al centro de su mensaje y sella el sentido de su composición dentro de la perícopa[5].

La sustancia y sabor del mensaje


Este pasaje no tendría una relevancia importante si no estuviera en el centro la afirmación de que “que es difícil para un rico entrar en el reino de los cielos” (v. 23) Es tal el impacto de esta aseveración de Jesús que esta expresión ha arrastrado la interpretación de todo el pasaje durante mucho tiempo, ya que estas palabras permitirían considerar la enseñanza de Jesús como una voz de revolución social o reivindicación de clases. Algo totalmente salido del interés del autor y de Jesús mismo. Pero, aunque el contexto de Mateo y su comunidad estaba afectada por la indiferencia, la discriminación y la no participación activa de las clases dominantes en pro de los más necesitados, no considero que esta voz de Jesús contenga este sentido. Como siempre, la descontextualización de un pasaje, así sea una corta expresión como ésta, puede hacer un daño enorme a la comprensión general del mensaje de la Biblia y del evangelio mismo. Debemos tener presente que Jesús a descubierto previamente las intensiones reales de su interlocutor y a puesto en evidencia su incoherencia personal. En este orden, la afirmación de que es imposible entrar en el reino de los cielos debe entenderse a la luz de esa incoherencia. Es imposible que alguien que afirma cumplir los mandamientos pero que en realidad no es capaz de renunciar a sus posesiones para solventar la condición precaria de su prójimo, entre en la vida eterna. “De hecho, le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios”[6] (v. 24). Mateo no está afirmando que un rico no pueda ser salvo, él mismo, un publicano arrepentido, ahora es parte de herencia eterna. Lo que está diciendo y denunciando es la incoherencia de sus líderes religiosos que se consideran herederos de las promesas.


Por otra parte, la afirmación “lo que es imposible para los hombres es posible para Dios”, dada por Jesús como respuesta al pánico de sus discípulos, debe relacionarse directamente con la incoherencia denunciada previamente. Sabemos que el interés de Mateo es demostrar que Jesús es el cumplimiento de la Ley debido a que él es quien la cumple y en él se cumple (Schmid, 1973, p.22). En este parámetro, y de acuerdo a la estructura construida por Mateo en este pasaje, Jesús está diciendo que para los hombres es imposible cumplir cabalmente la Ley, pero que para Dios – él mismo - si es posible hacerlo. Esta es la respuesta al interrogante de quién se salvará que los discípulos hacen, ya que como lo mencioné antes, el desconcierto y la intriga se genera por la idea de que el hombre rico es un devoto que ha sido bendecido por Dios y el hecho de que ni él pueda obtener la vida eterna, en su condición de bendecido, plantea un aterrador panorama para ellos. Ahora bien, Jesús está ratificando que la salvación no es por obras o por cumplir la Ley, ya que nadie puede cumplirla sino solo él. Pero a la vez, está ratificando que el no hacerlo, y lo que considero es peor, considerar que se hace cuando la realidad es que nuestros intereses y posesiones están por encima de obedecer sus mandamientos, es lo que hace imposible que se herede la vida eterna. Decir que amamos al prójimo cuando la realidad es que no somos capaces de sacarlo de su condición lamentable es lo que hace imposible la herencia eterna.

Conclusión

Es imposible hacernos herederos de las promesas de Dios si nuestros intereses están dominando nuestras decisiones y acciones. Es cierto que las riquezas en sí mismas son un riesgo y un peligro para una vida de relación con Dios, pero por encima de tenerlas o no, lo que realmente nos distancia es tener una actitud arrogante, pretenciosa y sobre todo, irreal, afirmando que somos hacedores de su Palabra, obedientes de sus principios y ordenanzas, y en la realidad nuestro prójimo, sufre, padece necesidades y termina sus días en las más lamentables condiciones. Es imposible entrar en la vida eterna si la indiferencia, la apatía y inactividad por los más necesitados caracterizan nuestro evangelio. Ello no refleja que imitamos a Quien dejándolo absolutamente todo se dio plenamente así mismo por salvar a quienes en su desobediencia estaban padeciendo las más terribles consecuencias. Él nos da el ejemplo, su invitación sigue siendo la misma: “ve, déjalo todo, dáselo a los pobres y sígueme”.

Bibliografía


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[1] Desde el comienzo de la divulgación de la noticia los medios atribuyeron el crimen a un grupo de Neonazis que frecuentan la zona. La acusación, nacida más de la sospecha que de la evidencia, dio continuidad a la noticia registrada el pasado 9 de abril cuando fue asesinado Alfredo Devia, también conocido como ‘El Comandante’, líder de la organización neonazi Tercera Fuerza. De esta manera un movimiento casi desconocido en el país logró tener una participación notable en medios a dos meses de elecciones presidenciales. Los últimos resultados de las investigaciones apuntan a que “El Calidoso” fue atacado por otro indigente con el cual tuvo una disputa por fútbol, hipótesis avalada por la Fiscalía General de la Nación, ente que adelanta la investigación sobre el crimen (“¿Quién quemó vivo a "el Calidoso"?,” 2014).

[2] Aunque existían diferentes facciones e interpretaciones dentro de la población judía, con el correr de los años y de los acontecimientos terminó imponiéndose la de los fariseos shamaítas, un grupo caracterizado por creer que para la restauración de Israel era necesario la acción violenta y propiciar los cambios anhelados.

[3] Justo González (1994) expresa que durante la persecución a los cristianos después del incendio de Roma (64 d.C) también estuvieron afectados judíos, y que no fue solo por la ideas, comportamientos o doctrinas cristianas, aspecto característico de las persecuciones posteriores, sino por la conveniencia de Nerón de culpar a alguien de su crimen, lo cual le fue posible debido a que en los dos barrios salvados de las llamas del voraz incendio eran de judíos y cristianos.

[4] Versión electrónica

[5] Considero que la parábola siguiente (Mt. 20:1-16) hace parte temáticamente de esta narración del joven rico. La comprensión de la misma se debe hacer a la luz de los sucesos narrados por Mateo en esta sección. Sin embargo, debo reconocer que al incluirla la estructura de estudio propuesta para este pasaje tendría cambios y que posiblemente cambiaría, lo cual me genera inquietudes sobre la estructura narrativa debe ser particular o global a la luz de los pasajes siguientes.

[6] Esta es una afirmación hace referencia algo no viable o imposible de hacer.

El final de un año como en cualquier etapa de la vida determina que hayan cierres y comienzos. Esta predicación basada en el Evangelio de Lucas nos permite ver de una manera diferente estos momentos. "Cierres y Comienzos" una predicación en el marco de la serie "El Elenco de la Navidad" de la Comunidad Cristiana El Redil del Sur.