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Una respuesta celestial



En muchas ocasiones solemos levantar una voz al cielo y reclamar por las circunstancias que vivimos a nuestro alrededor. La violencia, el maltrato intrafamiliar, la maldad y crueldad de algunos, la indiferencia, injusticia e iniquidad social y económica, entre otros males; nos aflige y logran desgarrar un grito desesperanzado desde lo más profundo de nuestro ser.


2 ¿Hasta cuándo, Señor, he de pedirte ayuda 
      sin que tú me escuches? 
   ¿Hasta cuándo he de quejarme de la violencia 
      sin que tú nos salves? 

3 ¿Por qué me haces presenciar calamidades? 
      ¿Por qué debo contemplar el sufrimiento? 
   Veo ante mis ojos destrucción y violencia; 
      surgen riñas y abundan las contiendas. 
4 Por lo tanto, se entorpece la ley 
      y no se da curso a la justicia. 
   El impío acosa al justo, 
      y las sentencias que se dictan son injustas. 


Habacuc 1:2-4
Parecería que no hay otra alternativa que dudar de la intervención divina y entregarnos resignadamente a la voz general de "! sálvese quien pueda y como pueda!", sintiendo que estamos solos en este peregrinar y que nadie, ni Dios mismo, hará algo por nosotros o por esta sociedad atormentada; es la única respuesta.

Sin embargo, la verdad es otra. Dios, el Eterno, el mismo de ayer, de hoy y de siempre, Quien no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta; sí tiene un propósito. Siempre lo ha tenido. Ante la réplica de Habacuc, un judío que vivió aprox. 600 años antes de Jesús y que cuestionó la falta de intervención divina ante la crisis social que vivía su ciudad [1]; el Señor el contestó contándole los planes y los medios por los cuales el Señor confrontaría, juzgaría y castigaría la maldad de los coterráneos del afligido profeta.

Lo sorprendente de Habacuc es que a pesar de contar con la respuesta divina, y el compromiso por parte del Eterno de intervenir en su sociedad, el profeta no entendió las formas en las cuales el propósito divino se realizaría. Dios le dice que va a utilizar a un país más perverso que el mismo israelita para corregir e instruir en justicia [2]. Habacub sigue preguntando:

     ¿Por qué guardas silencio 
      mientras los impíos se tragan a los justos? 

Habacub 1:13b


Dios continúa explicándole al profeta sus decisiones y con detalle describe las acciones para quienes aún siendo instrumentos de justicia, recibirán el pago de sus acciones (Habacuc 2)

Es erróneo pensar y sentir que Dios no va a hacer nada. Qué estamos solos. Qué las cosas continuarán de mal en peor, que el rico se hará más rico a través de la injusticia e iniquidad y que el pobre será más pobre porque no hay quien defienda sus derechos. Es equívoco vivir en la desesperanza y amargura creyendo que no hay otra alternativa; que la violencia y la maldad no tendrán fin. La verdad es que si Quien vive por siempre, es fiel y todopoderoso lo hizo una vez, lo volverá a hacer. Él lo prometió. Dios hará grandes obras, Él está a nuestro lado y me alegraré, llenaré de esperanza aunque todo parezca adverso porque tengo la confianza de que el Eterno hará algo, de que no ha perdido el control y que sus designios para todos son de bienestar, justicia y paz.

Él ya lo hizo, lo sigue haciendo y lo hará.


17 Aunque la higuera no dé renuevos, 

      ni haya frutos en las vides; 
   aunque falle la cosecha del olivo, 
      y los campos no produzcan alimentos; 
   aunque en el aprisco no haya ovejas, 
      ni ganado alguno en los establos; 
18 aun así, yo me regocijaré en el Señor
      ¡me alegraré en Dios, mi libertador!

19 El Señor omnipotente es mi fuerza; 
      da a mis pies la ligereza de una gacela 
      y me hace caminar por las alturas.


Habacuc 3:17-19

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Foto por Jeremy Ricketts en Unsplash

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