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Una voz de esperanza en medio de las pruebas



Muchas empresas colombianas están en estos momentos en una situación económica difícil debido a falta de liquidez generada por  la cartera morosa del mercado venezolano, principal cliente comercial de Colombia. 
Venezuela adeuda a los empresarios colombianos alrededor de 800 millones de dólares, cuyos pagos, a la fecha de esta publicación, ascienden solo a US$280 millones. El gobierno colombiano adelanta gestiones para solucionar los problemas diplomáticos y dar una pronta respuesta al pago de la deuda y así aminorar el impacto económico en las empresas colombianas. Mientras tanto empresarios recurren a medidas como el despido masivo para disminuir los costos o retener pagos a pequeños fabricantes proveedores para solventar la morosa cartera.

Algunos de estos empresarios son cristianos. También, muchos de los que perdieron sus empleos creen y han entregado sus vidas al Señor Jesús. Muy posiblemente para ellos comenzó un tiempo de incertidumbre, de dificultad, de prueba. Quizás se preguntan por qué Dios permite eso, para qué. Acaso, ¿no dice la Escritura que al Justo nada le faltará, que su descendencia no mendigará pan?

Es en estos momentos en los cuales la alegría y la esperanza desaparecen,  se esfuman en medio de la crisis, las Sagradas Escrituras tienen una voz de aliento y una visión muy distinta a la que se puede percibir en medio de la dificultad.

Santiago 1:2-11 nos muestra el panorama de una iglesia que en el primer siglo vivió circunstancias difíciles similares al contexto actual, una comunidad que vivía la opresión de un mandatario ególatra, ausencia de condiciones de progreso e inmersa en una inmoralidad sin límites; que justificarían la amargura, la frustración y la tristeza en quienes luchan por mantener sus creencias, valores y proyectos de vida. Sin embargo, la orientación de Santiago no es sucumbir ante estos sentimientos, sino ampliar la visión y tomar acciones que lleven a los atribulados a comprender y vivir el propósito de Dios en sus vidas.

1. El propósito de la prueba es la plenitud.

Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia.Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean  perfectos e íntegros, sin que les falte nada.  

Santiago explica que las pruebas tienen un propósito en la vida del cristiano. Primero, su argumento sostiene que el creyente no es exento de ellas, que incluso pueden ser diversas. No es concebible una vida sin luchas, sin retos y que estas no son consecuencia del pecado ni fruto del castigo divino. Por el contrario, son medios para que el creyente se ejercite, para que su fe se ponga en acción y sea constante.

Es esta constancia en la fe lo que lleva a feliz término la obra de Dios comenzó en el creyente y es la que permite, al final de las pruebas, ser perfectos, íntegros y sin que les falte nada. 

2. Dios nos ayuda en Medio de la Prueba

Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará,  pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie. Pero que pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar,
agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento. Quien es así no piense que va a recibir cosa alguna del Señor; es indeciso e inconstante en todo lo que hace.

Santiago enseña a la iglesia que aún en medio de la prueba pueden existir momentos en donde no se sabe cómo actuar, qué  decisiones tomar o se conozcan las alternativas para seguir adelante.

La escritura tiene una inmensa promesa:
pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie.”

El Señor prometió estar con nosotros hasta el fin del mundo, y eso incluye los momentos en los cuales nos sentimos solos, abandonados o desamparados. Que no nos engañe nuestras percepciones, nuestras ideas. Dios está con nosotros. Santiago exhorta a creer, a pedir creyendo y esa es la fe que debemos tener: El Señor está con nosotros.

Finalmente,

3. Todo pasa.

El hermano de condición humilde debe sentirse orgulloso de su alta dignidad,  y el rico [debe sentirse orgulloso], de su humilde condición. El rico pasará como la flor del campo. El sol, cuando sale, seca la planta con su calor abrasador. A ésta se le cae la flor y pierde su belleza. Así se marchitará también el rico en todas sus empresas.

La Escritura nos ilustra claramente lo pasajero de nuestro acontecer. Santiago exhorta a la iglesia a no olvidar la condición humilde, a recordar permanentemente que aunque la riqueza o los logros parezcan imperecederos, no lo son. Que ante los avatares de la vida misma, nuestra esperanza no debe reposar en nuestra pertenencias, logros, empresas, éxito. Todo pasa.

En medio de las dificultades nuestra fe debe estar depositada en Dios, en Él descansa nuestra esperanza, en  Él encontramos el fruto de nuestras acciones. Es la constancia de nuestra fe la que nos lleva a la perfección, al final del camino a la plenitud.

Termino como comienza Santiago, “Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando estén en diversas pruebas” recobren ánimo, sean felices. No están solos, Dios están con Ustedes y les dirá cómo actuar. Él es la esperanza, porque todo lo demás pasa y al final, solo Él permanece. Se constante, verás el fruto de tu prueba. 

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Foto por Mikael Kristenson en Unsplash

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